martes, 17 de diciembre de 2013

Masanielo dice, perdida la cabeza:

Pero yo beso vuestro corazón de cardo joven, vuestro corazón de muchedumbre. No arranquéis la luz de su marco, ni a la muchedumbre de su vacío. Dios se muestra en las cosas huecas. En sombra duerme Dios, inocente de cualquier razón

Francisco Nieva
Salvator Rosa o El artista
Trilogía italiana
Teatro de farsa y calamidad.

martes, 19 de noviembre de 2013

y hasta que todo el pueblo esté quemado
yo no me siento comprendido.

Fee Reega.
"Casi todos los caníbales"



the ear and the eye lie
down toguether in the same bed

W.C.W.

viernes, 11 de octubre de 2013

40

Todo lo que es profundo ama la máscara; las cosas más profundas de todas sienten incluso odio por la imagen y el símil. ¿No sería la antítesis tal vez el disfraz adecuado con que caminaría el pudor de un dios? Es ésta una pregunta digna de ser hecha: sería extraño que ningún místico se hubiera atrevido aún a hacer algo así consigo mismo. Hay acontecimientos de especie tan delicada que se obra bien al recubrirlos y volverlos irreconocibles con una grosería; hay acciones realizadas por amor y por una magnanimidad tan desbordante que después de ellas nada resulta más aconsejable que tomar un bastón y apalear de firme al testigo de vista: a fin de ofuscar su memoria. Más de uno es experto en ofuscar y maltratar a su propia memoria, para vengarse al menos de ese único enterado: - el pudor es rico en invenciones. No son las cosas peores aquellas de que más nos avergonzamos: no es sólo perfidia lo que se oculta detrás de una máscara, - hay mucha bondad en la astucia. Yo podría imaginarme que Un hombre que tuviera que ocultar algo precioso y frágil rodase por la vida grueso y redondo como un verde y viejo tonel de vino, de pesados aros: así lo quiere la sutileza de su pudor. A un hombre que posea profundidad en el pudor también sus destinos, así como sus decisiones delicadas, le salen al encuentro en caminos a los cuales pocos llegan alguna vez y cuya existencia no les es lícito conocer ni a sus más próximos e íntimos: a los ojos de éstos queda oculto el peligro que corre su vida, así como también su reconquistada seguridad vital. Semejante escondido, que por instinto emplea el hablar para callar y silenciar, y que es inagotable en escapar a la comunicación, quiere y procura que sea una máscara suya lo que circule en lugar de él por los corazones y cabezas de sus amigos; y suponiendo que no lo quiera, algún día se le abrirán los ojos y verá que, a pesar de todo, hay allí una máscara suya, - y que es bueno que así sea. Todo espíritu profundo necesita una máscara: aún más, en torno a todo espíritu profundo va creciendo continuamente una máscara, gracias a la interpretación constantemente falsa, es decir, superficial, de toda palabra, de todo paso, de toda señal de vida que él da.

Más allá del bien y el mal
Nietzsche
La atención exagera la potencia del movimiento. La idea del movimiento es ya el movimiento que comienza. Cuando se dice que el cerebro piensa es todo el ser que entra en actividad.

Ch. Fere. 
Citado en
La dinámica del violinista


Carlos M. Ramos. 

martes, 25 de junio de 2013

l

"Maldita palabra, dijo una vez Justine, me gustaría decirla al revés como tu me contaste que los isabelinos pronunciaban el nombre de Dios. Llámale evol, y conviértelo en una parte de "evolución" o de "revólver". Nunca uses esa palabra conmigo"

Justine
Lawrence Durrell.

lunes, 25 de febrero de 2013

de

Las palabras están para explicar las imágenes; pero una vez captada la imagen, uno ha de olvidar la palabra. Las imágenes están para expresar las ideas; pero una vez captada la idea, uno puede olvidar la imagen. Es como la trampa cuya razón de ser es la liebre: capturada la liebre, se olvida la trampa. O como una nasa cuya razón de ser es el pez: capturado el pez, se olvida la nasa. La captación de la idea radica en el olvido de la imagen; la captación de la imagen radica en el olvido de la palabra.

Wang Bi ji jiao shi

 Lao Zi
Tao te king
Siruela.

domingo, 24 de febrero de 2013

Ver

La palabra griega para expresar la muda es extraña: es el sonido equivalente al francés "puer", heder. La palabra francesa no es más clara, pues expresa tanto la renovación tegumentosa como el desecho tegumentoso. Émile-Maximilien Littré asegura que en la medida en que mudar no es una acción voluntaria hay que preferir, con el fin de expresar el estado, el uso de la forma pasiva. No mudamos entre los doce y los catorce años, sino que entonces se nos muda.
Littré añade que la descamación continua de la epidermis en el hombre es una "auténtica muda insensible". La idea es tan vieja como Homero, que compara la muerte de los hombres a la caída de las hojas que sufren las ramas de los árboles en otoño. De igual manera ocurre con la desfloración que los hijos de los hombres conocen en su voz en la edad de la pubertad. El niño que es objeto de la muda, no es capaz de oír tan sorprendente transformación debido a la incesante compañía de su voz, ni de conservar un recuerdo agudo de ésta. Esta involuntaria sordera es el único hecho de que dispone para seguir oyéndose a sí mismo y entenderse consigo mismo. Este sacrificio es de los que se censura como recuerdo de un vientre glabro. 

Pascal Quignard
La lección de música
Editorial Funambulista, 2012. 

sábado, 23 de febrero de 2013

las crónicas inglesas

Losa de Vortigern

Nada se de estos días tuyos

Se cebaron la soga y las espadas
en mi pueblo: yo las atraje.
Debo ciudades muertas, largos
territorios teñidos por el rojo aguacero
de la derrota, el nombre de otra tierra a la patria.

Alegraos y bebed si todo ahora cambió
Yo, Vortigern, el rey
del final de Britania, nada sé de estos días.


Fernando Quiñones

domingo, 17 de febrero de 2013

Diciembre

De esta última luz, sus lugares comunes, de cómo nos
sorprende todavía tomando decisiones para pertenecer, cómo
acostumbra a devolver su carga de dolor a cada gesto, sus
lugares de origen, hemos hablado tanto

la hemos visto llegar tantas veces, aterida y risueña, callada
y frágil, la hemos visto posarse en tantas cosas, buscando un
sitio donde pasar la noche, con la delicadeza de quien lo ha
soñado todo, después de todo

si las cosas nos miran como si no supieran hasta qué punto
están en todas partes, como si vivir fuera solamente una
estancia en la resurrección, donde echamos de menos a los
desconocidos, quizá es porque se sabe el sueño de las cosas,
porque les cuenta todo

lo que no fue dicho, o porque se detuvo un instante en las
gotas dispersas que las nubes prendían, como huevos de mundo,
en las plantas pacientes, sobre la muchedumbre de los charcos;
quién sabe

qué caminos oscuros, qué distancia recorre cada día hasta
saberse el sueño en el que participamos, a pesar de nosotros, de
nuestras intenciones y mirarnos así, como si no supiéramos
hasta qué punto nacer

es darse cuenta de que no se está, porque no tiene dorso,
como los muertos, o las heridas; quizá también nos miren, quién
sabe, quizá se digan entre sí: ahora están desnudos en la luz,
cuando la noche llegue se cubrirán con ella; me pregunto

cómo recibirán a los que mueren los que nunca llegaron a
nacer, los que no hayan nacido cuando todo muera; quizá no
sea tan sólo una cuestión romántica; después de todo, por qué
no habríamos de soñar tal vez

con todo el mundo, el ancho mundo conocido repleto de
desconocidos capaces de sentir la más elemental añoranza, la de
un desconocido por otro, desconocido, cualquiera, si dormir tal
vez, pero soñar

no nos protege del dolor ajeno; quizá al morir no nos
volvamos del todo indiferentes, después de todo.


Abraham Gragera
El tiempo menos solo
Pretextos, 2013.