"Pero volvamos a la Iglesia católica, asistamos a misa en cualquier momento. ¿Qué es lo que encuentras? Algo que ya está en tu sangre. Tú conoces la historia que cuenta el sacerdote mientras va de un lado a otro del altar, ya sea cardenal, León X o un pobre fulano de Sicilia que ha descubierto que peccare fortiter entre sus cabras ya no basta a su alma y que, bien lo sabe Dios, ha sido hijo de Dios desde el principio: No importa. ¿Por qué? Porque tú estás allí sentado con tus propias meditaciones y con una leyenda (que es pellizcar la fruta como la picotea el pájaro) mezclándolas con la Sagrada Cuchara que es esa historia; o puedes ir al confesionario donde, con sonora prosa a falta de contrición (si no hay más remedio) puedes hablar de la maraña y los nudos del alma y se te contesta con ecos góticos, recíprocos e instantáneos; uno que dice hola a tu adiós. ¡El mal se desenreda y la altísima mano del cielo te devuelve la madeja bien peinada y perdonada!"
El bosque de la noche
Djuna Barnes
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